martes, 5 de noviembre de 2013

Ingenieros de Caminos en la Real Academia Española

Este año se celebra el III Centenario de la Real Academia de la Lengua fundada en 1713 por Juan Manuel Fernández Pacheco (1650-1725), marqués de Villena. La Escuela de Caminos se suma a esta efeméride con la cesión de una de las piezas del museo Torres Quevedo, "El ajedrecista" que puede contemplarse el catálogo de la exposición "La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española". El museo Torres-Quevedo, está ubicado en la sede de la ETSI de Caminos, Canales y Puertos y cuenta con prototipos, maquetas, planos, junto a documentación personal del propio Leonardo Torres-Quevedo. La Biblioteca ha digitalizado y descrito trece piezas entre las que se encuentran el telekino, el citado ajedrecista o la maqueta del transbordador del Niágara que se pueden consultar en la Colección Digital Politécnica.






La Real Academia de la Lengua ha contado entre sus miembros con varios integrantes procedentes de la Escuela de Caminos a lo largo de esos trescientos años. De entre estos vamos a destacar a tres: Eduardo Saavedra, José Echegaray y Leonardo Torres-Quevedo.

Eduardo Saavedra: Fuente Wikivia.

Eduardo Saavedra y Moragas (1829-1912) fue nombrado académico en 1874 y ocupó el sillón B. Su elección se debió, según su biógrafo José Mañas, a sus conocimientos de linguística, sus vastos conocimientos de idiomas y su gran capacidad de análisis filológico. Diversas circunstancias hicieron que su discurso de aceptación se retrasase hasta 1878 ya que primero tardó más de un año en realizarlo y por otro lado se eligió de entre los académicos a Antonio Cánovas del Castillo, quien era presidente del gobierno de la Restauración tras la caída de la I República. Su alocución versó sobre la literatura aljamiada, que era la realizada en lengua castellana con grafía árabe que fue contestada por Cánovas del Castillo con el tema de los moriscos en España. Este discurso, junto con el Índice de manuscritos tuvo una enorme repercusión en los estudios árabes. Poco más se sabe de la labor de Eduardo Saavedra en la Real Academia (en la que llegó a ser Tesorero) pero que suponemos que se desempeñaría con la misma dedicación que en las otras Reales Academias de las que fue miembro: la de Historia y la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.


José Echegaray: Fuente joaquin-sorolla.blogspot.com.es
José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916) fue nombrado académico en 1882 de la Real Academia de la Lengua en el sillón e que dejó vacante Ramón Mesonero Romanos, pero que no ocupó hasta 1894 porque Emilio Castelar, que respondía a su discurso de ingreso, tardó 12 años en redactarlo. El discurso de ingreso en la Real Academia versó sobre la crítica literaria.
La Real Academia le designó por su labor literaria como dramaturgo de éxito. Fue un escritor prolífico pero tardío pues comenzó a escribir sus obras de teatro en 1873 ya a los 41 años y como señala José Luis Manzanares Japón llegó a la literatura para sobrevivir a su escaso sueldo como ingeniero y matemático.

Echegaray, además de académico de la Real Academia de la Lengua, lo fue también de la Real Academia d e Ciencias y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1904.
 


Leonardo Torres-Quevedo: Fuente madrimasd.org
Leonardo Torres-Quevedo (1852-1936) fue nombrado académico en 1920 y ocupó el sillón N de la Real Academia en el sillón que dejó vacante Pérez Galdós. Como señalan Garriga y Rodríguez, en el primer cuarto del siglo XX, la Real Academia toma conciencia de la necesidad de afrontar la cuestión del léxico de la ciencia y de la técnica. Por ello, en este período se incorporan a la Academia personas relevantes en el campo científico como Daniel de Cortázar (1899), José Rodríguez Carracido (1908) y Torres-Quevedo. Fue este último quien tuvo mayor protagonismo en relación a las voces técnicas como queda patente en su discurso de aceptación sobre la elaboración de un diccionario castellano tecnológico, contestado precisamente por Rodríguez Carracido. Fruto de esta labor fue el notable aumento del vocabulario técnico en la 15ª edición del Diccionario de la Lengua Española (1925) y el Diccionario tecnológico hispano-americano (1926-1929).
La labor de Torres-Quevedo fue continuada por el matemático e ingeniero de Caminos e industrial, Esteban Terradas e Illa, como se pudo comprobar en su discurso de ingreso en la Real Academia en 1946 “Neologismos, arcaísmos y sinónimos en plática de ingenieros” contestado por Gregorio Marañón y que tuvo gran impacto entre los ingenieros de Caminos (Machimbarrena Gogorza: 1946).



Ceremonia en la Real Academia por la publicación del primer fascículo del Diccionario tecnológico hispano-americano: La esfera (11/12/1926) Fuente Hemeroteca Digital (BNE)

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