El recientemente fallecido Barry Commoner (1917-2012) fue biólogo y académico estadounidense y uno de los precursores del movimiento ecosocialista y ambientalista en el mundo. Commoner mostraba que en las sociedades capitalistas no es el consumo el que determina la producción (como los ideólogos del mercado asumen), sino que es la producción la que determina el consumo. Los que controlan el mundo de la producción controlan el tipo de consumo.
Su trabajo científico, como señala Vicenç Navarro, al igual que sucedió con Albert Einstein, estaba íntimamente comprometido con el principio de que el objetivo del conocimiento científico era mejorar la vida de la población, participando en la aplicación de su conocimiento en cambiar la sociedad. Por otra parte, Commoner estuvo muy vinculado con España por su apoyo al movimiento antifascista y de apoyo a los republicanos españoles y contrario a la dictadura franquista.
Entre sus obras más conocidas la Biblioteca de la ETSI de Caminos posee la edición de 1978 de "El círculo que se cierra" donde plantea las cuatro leyes de la ecología:
1. Todo está conectado con todo lo demás. Hay una sola ecosfera para todos los organismos vivos y lo que afecta a uno, afecta a todos. La naturaleza es compleja y funciona a través de un sinnúmero de ciclos interrelacionados que nutren toda su dinámica, le dan estabilidad y hacen que todo sirva para algo. En la naturaleza no existe el concepto de desecho, mientras que en los procesos industriales sí. Éstos son lineales, son impositivos, no cumplen una función en los ciclos naturales, sino que los perturban y generan deterioro y contaminación. Apenas ahora, tibiamente y con desgano, como no queriendo tomarlo en cuenta, se están elaborando evaluaciones de impacto ambiental para tratar de entender estos efectos antes de iniciar un proyecto productivo. Pero frecuentemente esto se reduce a hacer las cosas como siempre o casi como siempre, y viendo cómo ponemos parches por aquí y por allá. Seguimos siendo incapaces de sustituir la soberbia y los intereses particulares con la prevención.
2. Todo debe ir a parar a alguna parte. No hay "residuos" en la naturaleza y no hay un "afuera" adonde las cosas puedan ser arrojadas. Durante mucho tiempo se quiso pensar y actuar como si las descargas, emisiones y residuos desaparecieran por arte de magia. Después se pasó a reconocer que sí se incorporaban al ambiente, pero se suponía que se diluían de tal manera que su amenaza desaparecía. Se decía que "the solution to pollution is dilution", esto es, que la solución a la contaminación es la dilución. Mucha gente aún quiere pensar así, y actuar como si esto fuera cierto, a pesar de que las evidencias dan ejemplo tras ejemplo de lo contrario: el recalentamiento del planeta por la acumulación de gases de invernadero; la gradual desaparición de la capa de ozono por la acumulación de clorofluorocarbonos en la atmósfera (con el último incremento anual, el agujero de ozono llegó a los 27 millones de kilómetros cuadrados, trece veces y medio el territorio nacional); la acumulación de sustancias tóxicas en los ríos, lagos y mares, en el aire y en los suelos; la lluvia ácida que se genera por la acumulación de gases en la atmósfera (SO2, NOx) y que acidifica lagos y suelos; el "smog" fotoquímico por acumulación de hidrocarburos, dióxidos de nitrógeno y otros en el aire urbano, y de todo esto, daño y acumulación en los seres vivos.
Sumemos a esto la acumulación al deterioro ambiental: pérdida de suelos; pérdida de bosques y otros ecosistemas naturales; pérdida de biodiversidad, esto es, de especies animales y vegetales que se han extinguido por acción del hombre y que jamás volverán a existir. Esta contaminación y deterioro son, casi todos y en un grado importante, irreversibles.
3. La naturaleza es la más sabia. La humanidad ha creado tecnología para mejorar la naturaleza, pero los tales cambios en el sistema natural, al decir de Commoner, usualmente han sido en detrimento de tal sistema. El hombre dijo que dominaría la naturaleza y en esta lucha de poder y antagonismo -así lo planteó el hombre- quien ha vencido es la naturaleza. Porque si el hombre deteriora la ecosfera a tal grado que no pueda sostener la vida humana (y otras formas de vida, como ya ha sucedido), la especie humana desaparecerá del planeta, pero la ecosfera recuperaría su salud en algunos millones o miles de millones de años para seguir su vida sin nosotros o nuestros descendientes. Tenemos que tornar a una forma más sabia de producción y de convivencia entre nosotros y en la ecosfera. Una forma más sensible, compleja y simbiótica con respecto al resto de la naturaleza.
4. No existe eso de la "Barra Libre". En la naturaleza, ambos miembros de la ecuación deben estar equilibrados, para cada ganancia hay un coste, y las deudas al final se pagan.
Cualquier actividad que desarrollemos sobre la tierra para nuestro sustento, bienestar o capricho, tiene un costo. Esto también se ha tratado de ignorar. El resultado es que los costos ambientales no los paga quien los produce, sino que se repercuten a todos en general y a quienes resultan directamente afectados en particular. Inclusive se han dicho frases tan necias como "la contaminación somos todos" que sólo tratan de enmascarar las verdaderas responsabilidades. Gran parte de nuestras actividades productivas de la tecnología moderna serían antieconómicas si los costos ambientales se interiorizaran, a más de que muchos de estos costos ambientales son impagables: la pérdida de suelos agrícolas, la contaminación irreversible de los mares, el sufrimiento de la gente dañada con enfermedades etc.
Otra obra que se puede consultar en el catálogo de la UPM es: “En paz con el planeta”. En la que Commoner sostiene que la grave crisis ambiental que hemos provocado sólo podrá resolverse mediante una transformación global de los actuales sistemas de producción y transporte en una acción común de todos los países para hacer las paces con el planeta.
Se puede ampliar la consulta de su producción científica en Ingenio, especialmente en la base de datos Greenfile.
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