miércoles, 6 de febrero de 2019

Exposición "Belleza y utilidad pública. La hidráulica en los siglos XVII y XVIII"

La Biblioteca de la Escuela de Caminos presenta una nueva exposición titulada “Belleza y utilidad pública. La hidráulica en los siglos XVII y XVIII”que tendrá lugar entre el 24 de enero y el 9 de abril 2019 y que podrá verse en la 1ª Planta en la Antesala de Dirección. La muestra está comisariada por César Lanza Suárez.



La exposición se centra en los ingenieros hidráulicos de la Europa de los siglos XVII y XVIII. Es una época de cambios paradigmáticos en los dominios de la política, la economía, y especialmente, de la ciencia y la técnica. Y fue precisamente a lo largo de aquellos dos siglos cuando se sentaron las bases del moderno conocimiento científico del agua y de su dominio por parte de la ingeniería.
El siglo XVII se significó por la por la Revolución Científica que tuvo por heraldos a Galileo y Newton, y que en el caso de la ciencia hidráulica el umbral de la modernidad se cruzó en el siglo XVIII a hombros de personajes de la talla de los Bernoulli, D’Alembert o Euler, por señalar a tres inmensos sabios fundadores de la disciplina. Pero quizá de poco hubieran servido esos conocimientos teóricos si no los hubiesen recogido, en su modo de pensar y hacer, otros personajes orientados a la acción transformadora del mundo y no solo a la reflexión sobre sus leyes. En este caso, ingenieros hidráulicos que con talento e imaginación resolvieron problemas prácticos y crearon nuevas realidades a partir de sus obras, máquinas e inventos. Recordaremos entre ellos a los Bélidor, Muller o Betancourt, que en el dominio del agua comparten merecida gloria con sus pares del mundo de la ciencia.

El conocimiento científico y la ingeniería hidráulica despegaban así, mano a mano, en el transcurso del siglo XVIII, desvelando una relación de simbiosis que daría lugar al fértil campo de la mecánica de fluidos y sus incontables aplicaciones técnicas, entregadas a la sociedad desde entonces. Los libros que se muestran en esta exposición, pertenecientes al Fondo Antiguo de la Biblioteca de esta Escuela, son un ejemplo reducido pero representativo e indudablemente de enorme valor histórico, de lo que fue la hidráulica en aquella época: ciencia y técnica, pero también arte y política, en tiempos normalmente poco recordados por los ingenieros de hoy, los del Barroco y la Ilustración durante los siglos XVII y XVIII.


La ciencia francesa representa la mayor parte de las obras que se pueden contemplar en la exposición y en la que no puede faltar la Encyclopédie y la Académie des Sciences. La primera está representada por el tomo tercero de las láminas reeditado en 1784 en formato 4º por Charles por Charles-Joseph Panckoucke (1736-1798) Recueil de planches de l' Encyclopédie, par ordre de matiéres. Jean Le Rond D’Alembert, coeditor de la Encyclopédie junto a Denis Diderot, fue un célebre y fecundo matemático que en relación con la ciencia de la Mecánica se situó a mitad de camino entre las dos celebridades máximas de aquel tiempo: Newton y Lagrange. Su libro Équilibre et mouvement des fluides (1744) se publicó como un apéndice de su Tratado de dinámica y constituye una de las referencias más importantes sobre el estudio de la ciencia de los fluidos durante la primera mitad del siglo XVIII. Charles Bossut (1730-1814), también matemático, fue colaborador en la redacción de la Enciclopedia y amigo de D’Alembert, y miembro de la Academia de Ciencias de Francia. Especializado en el estudio de la hidráulica, publicó en 1771 su Traité élémentaire d’hydrodynamique, obra posteriormente retitulada como Traité théorique et expérimental d’hydrodynamique, y que se expone en la reimpresión de 1796.



L’Académie Royale des Sciences, creada en el año 1666 por Luis XIV a propuesta de Jean-Baptiste Colbert, tenía la misión de contribuir al desarrollo de la ciencia y para aconsejar a los poderes públicos en las materias bajo su supervisión. Para la muestra se ha escogido un trabajo de Joseph-Guichard Du Verney (1648-1730), Observations sur la circulation du sang dans le Foetus et description du coeur de la tortue et de quelques autres animaux, publicado en 1702 en Histoire de l'Academie Royale des Sciences … avec les memoires de mathematique & de physique, pour la même année, tirés de registres de cette Academie. Esta obra que fue uno de los premios de la Academia en 1699 trataba sobre el corazón humano y el sistema circulatorio. Los primeros estudios científicos acerca de la hidráulica provienen precisamente del campo de la medicina. Y Du Verney que era doctor especializado en anatomía, es uno de los primeros ejemplos, entre los que no hay que olvidar a Daniel Bernoulli (1700-1782) quien se había formado como médico en Basilea antes de destacar en el campo de la mecánica de fluidos.


El tratado sobre arquitectura hidráulica del ingeniero militar francés Bernard Forest de Bélidor (1697-1761) fue posiblemente la obra técnica más importante y más ampliamente difundida sobre esta materia entre los ingenieros del siglo. La Architecture hydraulique, posee un gran valor dentro de la historia de la ingeniería del agua, no solo por la variedad de los temas que trata, su corrección y aplicabilidad práctica, sino además por haber supuesto un salto cualitativo en la introducción dentro de la disciplina del nuevo lenguaje físico-matemático desarrollado por Newton. De la mano de Bélidor, el conocimiento técnico de la hidráulica, sin abandonar sus fructíferas bases empíricas, se situó con plena legitimidad en el nuevo ámbito de la ciencia de la Mecánica.




El académico y astrónomo Jérôme de La Lande (1732-1807) es recordado por sus estudios de los planetas del sistema solar o el error de paralaje, que sirvió para determinar la distancia entre la Tierra y la Luna. Hacia mediados de la década de 1770 se apartó temporalmente del campo de la mecánica celeste para adentrarse en la hidráulica de los canales, en aquel momento de plena actualidad e interés político. Fruto de esta inclinación de De La Lande fue su obra Des canaux de navigation, et spécialement du Canal de Languedoc (1778), una especie de summa sobre la historia y particularidades de la navegación interior a lo largo de los tiempos, en diferentes civilizaciones y lugares.


La obra de Jacques Besson (1540-1573) Theatrum instrumentorum et machinarum (1582) muestra una serie de artificios hidráulicos inventados por este matemático e ingeniero. Fue editada en Basilea póstumamente y conoció rápidamente traducciones a las principales lenguas de Europa. El Theatrum de Besson puede considerarse como uno de los primeros libros impresos de ingeniería, acumulación de diversos saberes técnicos y artesanales fruto del ingenio mecánico y de la destreza más que propiamente del saber científico entonces prácticamente inexistente. 





En este repaso de las obras presentes en la exposición llegamos a la que se considera una de las más importantes dentro de la mecánica de fluidos, la Hydrodynamica de Daniel Bernoulli (1700-1782), en la edición de 1738. En ella, Bernoulli desarrolla conocimientos científicos de nuevo cuño que continúan en vigentes en la mecánica de fluidos, como el teorema de las tres alturas más conocido como principio o ecuación de Bernoulli. En el libro también habla de las máquinas hidráulicas e introduce la noción de trabajo y de eficiencia de una máquina. Posteriormente Euler y Lagrange se encargarán de precisar matemáticamente las ideas esbozadas por Bernoulli.

El matemático alemán John (Johan) Muller (1699-1784), publicó Treatise Containing the Practical Part of Fortification, que en su parte IV aborda la problemática de la construcción de obras hidráulicas y marítimas. Es considerado uno de los estudios sobre obras portuarias más importantes entre los editados antes del siglo XIX. La Biblioteca presenta esta obra a través de la traducción que realizó en 1769, Miguel Sánchez Taramas, que fue el cuarto director de la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona, entre 1784 y 1789 con el título Tratado de fortificación, ó Arte de construir los edificios militares y civiles. Sánchez Taramas “aumentó” con notas adiciones y láminas el contenido original de la obra de Muller, entre ellas la que se destacan mapas y láminas sobre el Canal de Castilla.

Stephen Switzer (1682-1745) representa una visión particular de las aplicaciones de la hidráulica. Switzer, cuya profesión era jardinero, era un gran admirador de la grandeza formal de los jardines franceses del siglo XVII, de su concepción arquitectónica, su teatralidad y la presencia notoria del agua como elemento simbólico y de ennoblecimiento del paisaje construido. A Switzer se le considera, pues, uno de los impulsores de la hidráulica suntuaria en Inglaterra como se puede observar en su obra An Introduction to General System of Hydrostaticks and Hydraulicks, Philosophical and Practical de 1729.
Fuente: E-rara
 

De entre los grandes ingenieros que se dedicaron a la hidráulica no podíamos dejar de mencionar a Agustín de Betancourt (1758-1824). Betancourt desarrolló una intensa actividad científica, particularmente fructífera en lo que se refiere al acopio y sistematización de los nuevos conocimientos aplicados a la técnica que estaban apareciendo en países más avanzados que el nuestro, como eran Francia e Inglaterra. Prueba de ello fue la creación del Real Gabinete de Máquinas del Buen Retiro, en 1791. Toda esa labor suya sucedió en los años finales del XVIII, destacando las fechas de 1784, cuando el fundador asistió pensionado a l’École des Ponts et Chaussées de París, y 1788, en que inició sus viajes de estudio a Inglaterra, en buena medida atraído por la novedad de los descubrimientos y avances que se estaban produciendo allí en el campo de las máquinas de vapor. La obra escogida de Betancourt, Mémoire sur la force expansive de la vapeur de l' eau de 1790, es un ejemplo palpable de su incansable pasión por el estudio. 


Acabamos el relato de las obras expuestas con Giovanni Battista Piranesi (1720-1778) con Vedute di Roma publicada originalmente en 1778 y que la Biblioteca posee probablemente en una de las ediciones francesas de Firmin Didot, quien había comprado las planchas originales a Francesco, el hijo de Giovanni. La obra de Piranesi recoge la influencia de las vedute venecianas que llevó a Roma donde realizó la mayor parte de su obra. La lámina aquí expuesta corresponde a la Fontana di Trevi, erigida por Nicola Salvi durante el pontificado de Clemente XII. La plancha de Piranesi se elaboró en 1751 y refleja de manera expresiva la importancia que sistemáticamente ha poseído el agua, entendida en su doble vertiente de ornato y utilidad pública, en la conformación del urbanismo de la ciudad de Roma, desde la Antigüedad hasta nuestros días.





Agradecimientos a César Lanza Suárez por su colaboración.




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